15.8.08

Así se gestó

Hola a todos.

Me dispongo a haceros partícipes de la que recientemente ha sido una de las principales aventuras de mi vida. No sé si la mayor hasta el momento, pues quienes me conocéis un poquejo sabéis que a lo mejor no es sencillo dilucidar cuál de cuantas he tenido la fortuna de vivir merecería ese ‘título’. Pero, desde luego, quedará en mi recuerdo para siempre como una de las más completas –hasta el momento…-. Lo mismo que todas las anteriores.
Todo empezó una mañana de noviembre de 2.007 en que caminaba por la madrileña calle de Velázquez. Allí se encuentran unas oficinas centrales de reservas y ventas de la compañía Iberia. Entonces me volvió a la mente algo que algunas veces había pensado, pero nunca había terminado de averiguar. Y sin pensarlo dos veces, crucé de acera para entrar en esas oficinas y preguntarlo, imaginando en ese momento que la respuesta sería “no; ya no..”.
Años atrás, charlando de viajes una noche con una amiga, en algún bar de la Cava Baja de La Latina, me refirió ella que existían ciertos billetes aéreos que servían para dar varios saltos por distintos continentes, y tenían una validez de varios meses. Y que, en su conjunto, salían económicamente bastante rentables en relación a pasajes aéreos independientes. Eso era lo que deseaba preguntar en Iberia (porque fue allí cerca donde estaba en esos momentos).
Y la respuesta que me dieron no fue ese “no, ya no…”, sino un “sí, claro; por supuesto…”. A pesar de todo mi currículum viajero, hasta ese día desconocía que las grandes compañías aéreas del mundo se agrupan en alianzas aéreas; varias compañías componen una misma alianza. Y que la alianza a la que pertenece Iberia, llamada One World, disponía de un producto llamado “Vuelta al mundo” que consistía precisamente en eso que mi amiga me narró aquel día. Un multi-billete donde eliges el número de continentes a atravesar durante un máximo de doce meses, y con un límite de vuelos o segmentos por continente.
Salí de las oficinas pensando que de ningún modo sería capaz de ceder a semejante tentación. De hecho, desde finales del último verano tenía enquistada entre ceja y ceja la idea de hacer un largo viaje, incluso de duración indefinida, de cara al 2.008 en puertas.
Pero, por otro lado, había un posible inconveniente preliminar que solventar: hacía escasos días me había sido extirpada una lesión epitelial en la espalda, que podía tratarse incluso de un principio de melanoma. El diagnóstico que arrojó la analítica confirmó en cierto modo la hipótesis, pero no desbarató mis planes: se trataba de algo parecido a un ‘melanoma in situ, no invasivo’. Esto significaba que, por protocolo oncológico y por ‘rizar el rizo’ de la seguridad, se me debía extirpar un pequeño diámetro más de piel alrededor de la lesión original, para evitar toda posibilidad de que alguna célula potencialmente ‘subversiva’ hubiese salido también de ‘aventura’ por los márgenes de aquélla. (No hubiese sido esto extraño, perteneciendo a ‘tal’ propietario, me decíais algunos…).


Cuando me anunciaron la cita para ese segundo trámite, para unas pocas semanas después, ya disponía de perspectiva temporal para pensar en adquirir mi multi-billete aéreo de cara a una fecha concreta. El itinerario a escoger lo tenía casi perfilado desde los primeros momentos; sólo restaba ajustar detalles.
Y llegó el 24 de enero y me marché. Los aparatosos doce puntos de sutura de la segunda intervención me fueron retirados dos días antes, aunque no hubiese pasado nada por partir aún con ellos puestos.











El grueso de la ruta consistía en comenzar por una pequeña parte de Centroamérica, saltar después al Sudeste de Asia, posteriormente a Africa Oriental y, por último, dedicar unas semanas al este de Europa. Un itinerario bastante completo y sugerente, que me ofrecía puntos excitantes como Nicaragua, Myanmar, Filipinas, Mozambique o Bulgaria. Y lo había previsto para unos cinco meses.

Al final fueron cuatro. Fui deprisa al principio. Y es que comencé lastrado anímicamente. Me marché algo ‘tocado’ por una circunstancia afectiva que no quedó suficientemente resuelta, que había tenido flecos algo punzantes las fechas previas a la salida. En fin, las mujeres, y estas cosas… Así, no disfruté plenamente la primera parte del viaje, la correspondiente a Nicaragua y Puerto Rico. Pero cuando ya crucé a Asia, los días mágicos allí comenzaron a ejercer su efecto balsámico, y mi viaje empezó realmente. Ya no quería que se terminara.
Y fue una experiencia extraordinaria, en su conjunto. Diez días malos, esos primeros; tres meses muy buenos y tres últimas semanas interesantes, aunque más complicadillas, éstas, en su conjunto (era ya Europa…, y Europa, sus gentes… no es ya lo mismo que otros rincones, no..).
En este último mes de trayecto, estando en Sofía, me enteré del devastador ciclón que acababa de arrasar una zona de Myanmar, un país fascinante por el que yo había transitado unas semanas en febrero, tres meses antes. Me quedé desolado y perplejo; fueron decenas de miles de víctimas y aquellas gentes maravillosas no se merecían eso.
Y pocas fechas tras mi regreso, los primeros días de junio, recibí un mazazo similar con la noticia de otra catástrofe natural en Filipinas, otro lugar que había supuesto para mí un auténtico hallazgo, en especial, una vez más, por sus habitantes, y donde me había dejado casi cuarenta días inmejorablemente invertidos tras salir de Myanmar.
Ahora deposito en este compendio los relatos (algunos, ligeramente retocados) que fui remitiendo a amigos y familia periódicamente durante los primeros dos meses del viaje. Hasta que un día les dije “..bueno, he pensado que al regreso haré un blog de ésos y allí vertiré los detalles –junto a las imágenes- de todo lo que falta, señores..”.
Pues lo que faltaba y consta aquí es lo que completa esos primeros relatos que muchos ya recibísteis.

A veces refiero prácticamente sólo anécdotas (¡pero qué anécdotas!...): los cruces de fronteras complicadillas; los días por Ucrania; la noche del tren Estambul-Bulgaria… y otras compagino la narración de la aventurilla con referencias históricas y culturales de los lugares “profanados”. Y, por supuesto, las imágenes; están bastantes de las fotos más seleccionadas que puede ‘capturar’ durante el periplo.

Dedico toda esta publicación a todas las personas que me comprenden, apoyan y hasta animan en cuanto a esta manera mía, quizá “algo rebelde”, de interpretar el mundo, o al menos mi ‘accidental’ presencia en él. A todos mis amigos viajeros, por supuesto. Y también, de un modo muy especial, a todos los amigos que he ido recolectando en diferentes latitudes durante este viaje: a Gladys, a Oliver, a Pascale, a Frank, a Martin, a Simona, a Joane, a Thierry, a Emmanuel, a Kathy, a Ellemer, a Raquel, a Zena, a José Andrés, a Alvaro, a Stefan, a Germán, a Ellie, a Antônio, a Monika, a Holger, a Paco, a Massi… así como a tantas y tantas personas anónimas con las que interactué a diario en cada país atravesado: en esos autobuses “de la edad del bronce”, en ‘jeepneys’, en mercados callejeros, en fondas, en cerros, en costas, en bancos de plazas, en sus casas, en albergues, en embarcaciones, en embarcaderos… en todas partes. Gentes que me ayudaron o les ayudé, que me ofrecieron su hospitalidad (…impresionantes, los filipinos), gentes con las que intercambié sonrisas, que fueron pacientes conmigo y yo con ellos; gentes de las que aprendí mucho y a quienes traté de no decepcionar; gentes que me trataron como a uno más allí por donde pasé, a veces fugazmente… Lo que he vivido con todas esas personas quedará para siempre en un lugar indeleble de mis recuerdos. Y sin olvidar mi gratitud para con las madres mozambiqueñas y tanzanas, que no vacilaban en ‘prestarme’ un rato sus bebés con totales alegría y confianza cada vez que se los ‘pedía’ (y es que he descubierto en este viaje que no hay nada más bonito en esta Tierra que un bebé negrito de un par de meses –con el permiso de las crías de los leopardos y de los linces, también, y, cómo no, de los ojos de algunas mujeres que yo sé, faltaba más…).
Pero, claro, no todo fue de ‘color de rosa’. También tuve alguna situación complicada, algunos encuentros más bien desagradables y algún momento en que me tocó ‘cabrearme’ más de lo deseable, por supuesto. Pero todo esto fue en conjunto más que minoritario, comparado con todo lo positivo. Aparte de inevitable, también, si hablamos de un día a día intenso durante dieciocho semanas…
En realidad fue también necesario, pues sin algún que otro sobresalto o contratiempo de vez en cuando seguramente no se valoraría en su justa medida todo lo restante, todo lo que fue tan bueno.
Y bien, comencemos ya. Ahí os ‘suelto’ a continuación todo el compendio de relatos por capítulos. Y como está vertido a posteriori, el orden cronológico es el opuesto al habitual en los blogs: las entradas aparecen de más antigua a más reciente. (Mejor, pienso, en aras de empezar por el principio..).
Espero resulte lo más ameno posible; el que se vaya cansando… ¡que espere un rato, que siga mañana o que pase al siguiente capítulo, a ver ése qué tal..!
¡Nos vemos!


J. L. R.
Gargantilla del Lozoya (Madrid), julio de 2.008


(*) Por si alguno/a me tacha de inconsciente sobre ese tema de salud a que me referí al principio, decir que… ¡tranquilidad!; he acudido ya a La Paz (...el hospital madrileño, no la capital boliviana) a mi primera revisión semestral, y todo está “en orden”: ni rastro de otros posibles melanomas o ‘melanomillas’ por mi envoltorio externo...
..Ojo con el exceso de sol este verano, y si aparece alguna vez una manchilla algo extraña por el epitelio… ¡mejor hacérselo mirar...!

1. Nicaragua: El arranque

30 de Enero


Que... ¡buenos días! (..o lo que sea por allí; aquí es bien de día, “ahorita”...)




Pues nada, ¡aquí Nicaragua, desde hace ya unas jornadillas..!

Noche de llegada en la peligrosilla Managua, la capital, y a primera hora del día siguiente salida ya a la colonial y más apacible ciudad de León.
Antes de salir de Managua, en los alrededores de una terminal de bus, un taxista me pasaba al lado y medio deteniéndose me decía “...No camine uté por ahí con lah maleticaaaah, que me le van a robá toííícooo”.., al ver al occidental (al ´gringo´, como dicen aquí a cualquier no-indígena) con mochila y media sobre la chepa... Por fortuna, sus augurio-advertencias no se vieron confirmadas...
Y ya en León, pues treinta y pico gradetes (..no es por dar envidia), cantidad de iglesias coloniales, y patria chica de uno de los nicaragüenses universales, insigne poeta Rubén Darío.








Visitada su tumba en la catedral y su casa-museo, aparte las iglesias dieciochescas y otros centros de arte local y foráneo durante un par de jornadas, llegó...









...el momento de compartir birras e intercambio de experiencias con los compañeros del hostal. Un matrimonio ibicenco, una vasca y un chileno que llevan (por separado -salvo el matrimonio, claro) varios mesecillos recorriéndose toda Centroamérica. Unos craks. Lo pasé bien con ellos (y en bares de gentes locales, como debe ser, que los demás jumean demasiado a gringo, que también los hay por aquí).




De León he saltado a la cercana costa Pacífica, muy al norte, casi en Honduras. De "pacífica", no tiene más que el nombre (casi me río de las olas de Ipanema, hace seis años..). Me recomendaron una zona -a priori- bastante auténtica, Jiquilillo, pero al ser una meca del surfeo topé, para mi desgracia, con más gringos de los que hubiera deseado. Jobar, yo prefiero el contacto con las gentes locales, mucho más auténticas, por favor..
El caso es que en un chamizo o "rancho" me hospedé con unos australianos como compañeros. Uno de ellos, cuarentón con creces, se está marcando un viajetón que calcula para ¡20 meses! recorriendo toda Latinoamérica ("What fuck was I doing always working as stupid?...", o algo así, le oí farfullar mientras se fumaba una rama del calibre de un dedo gordo..). Y a una pareja más joven, de la misma nacionalidad, les faltan tres meses para completar los ocho que han proyectado para hacerse Centro- y parte de Sudamérica... Clarito queda que servidor no está hecho más que un humilde aprendiz, un vulgar cachorrillo...


























Y bueno, ahora me quedarán zonas carismáticas como Ometepe, isla volcánica del gran lago Nicaragua; al parecer la mayor del mundo entre las rodeadas de agua dulce. Y poblaciones costeras como San Juan del Sur, al ídem, ya cerca del límite con Costa Rica.





Total, que en general mola esta Nicaragua, y en especial, sus habitantes, los ´nicas´.

Gentes que apenas tienen nada (material), pero que se ríen generosamente de casi todo, y que dan continuamente unas lecciones de cordialidad y dignidad que ya les vendría bien aprender a tanto y tanto `occidental` que anda suelto por ahí...












...Y sigo otro día, que andaréis ocupadillos y no debo daros demasiada brasa... ¡Besotes y abrazos!














2. ¡Conexión Sudeste!

5 de Febrero













¡Buenas noches, jóvenes castores! (por aquí es bien de noche, ahora...)

Bueno, la última vez que di señales yo vivía seis horas más atrás en el tiempo que vosotros, en Latinoamérica. Desde hace un par de días es ya al revés. Ahora amanezco y despido el día esas seis horas antes que lo hagáis por allá… ¡pues ya me planté en el muy asiático sudeste!



Sí, tras Nicaragua, tenía cuatro días de enlace en Puerto Rico (en realidad, un destino más de vacaciones que de esencia viajera en sí). Y de allí, tras un viaje demencial de treinta horas, me he plantado en Myanmar, la antigua Birmania.
Pero vamos por partes. De Managua a Puerto Rico tenía conexión aérea en Miami. Y allí hice gala de la taruguez de olvidar que Puerto Rico es, hoy por hoy, un 'Estado Libre Asociado', el 51 de la Unión, para muchos efectos, o casi todos.
Total, que al rellenar el formulario de inmigración para el aeropuerto de Miami, escribí "conexion flight to P.R.".
- De conexion nothing, majete _ me viene a decir el funcionario que me tramita la entrada_ Vd se dirige a los Estados Unidos de America... A ver, ¿domicilio allí..?; ¿amigos o familia allí..? ¿Que no...? ¿Cuánto dinero lleva..?
- Pues mire, unos tr…
- ¡Huuyyy, se te va a caer el pelo a mechones, compañero del metal...!

Pues nada, dos horas retenido o detenido en el cuartucho de inmigración de Miami -junto a otras docenas de latinos que por allí ese dia pasaban, todos con la misma cara de haba que yo..- hasta que me llegó el turno de poder explicar, poder mostrar todo el mazacote de billetes de avión que llevo encima (para que no creyeran que me quedaba allí) y que aunque no tenía alojamiento previsto sí portaba dinerete para buscar un hotelillo al llegar... Menos mal que encima ni siquiera perdí la conexión, pues se canceló el vuelo y lo repusieron tres horas más tarde..
De Puerto Rico, no gran cosa que reseñar. Me quedé únicamente en la capital, San Juan, con curioso centro histórico (Old San Juan) y un acento en español de la población autóctona -mayoritariamente bilingüe- que recuerda a los doblajes de los dibujos animados clásicos. A veces tenía que girarme un poco para que no me vieran reirme, cuando hablaba con alguien…











Y a partir de ahí vino el gran 'quilombo': peregrinación aérea San Juan- Nueva York - Tokyo -Bangkok. Unas 30 horas entre aeropuertos y vuelos para llegar a Asia. Salí de Puerto Rico a primera hora de la mañana, y cuando desembarqué en Bangkok era la noche del día siguiente. Cosas de atravesar la linea internacional de cambio de fecha en sentido directo. El trayecto N.Y.-Tokyo, de trece horitas y media. Tremendo; y cómo nevaba en la capital nipona –o al menos sobre el aeropuerto-...
Unas horas después, ya en Tailandia, de nuevo a treintaypico grados.. Y de allí, a buscarme un vuelo en las oficinas del mismo aeropuerto hacia Yangon (Myanmar), país limítrofe al que he llegado y que me lo planteo como una de las grandes estrellas de este periplo.
(Sobre lo de los vuelos, para quienes no os comenté antes de salir, deciros que compré un producto llamado "vuelta al mundo” que ofrecen las compañías de la alianza aérea One World -Iberia, British, American Airlns., Japan Airlns., Cathai Pacific..- para pasar por cuatro continentes y que sale por 3.000 euros para 20 vuelos entre destinos de esas compañías, con un máximo de vuelos por continente. Está bien, sale una media de 150 eur. por vuelo. Y tiene una validez de doce meses desde la fecha del primer vuelo. Yo esta vez tendré que ‘conformarme’ con unos siete u ocho menos..).
El vuelo Bangkok-Myanmar me lo tuve que gestionar por mi cuenta en el aeropuerto; a Birmania sólo se puede entrar volando y ese enlace no lo cubre la One World.
Total, que llevo dos días en la capital y no consigo dormir más de tres horas seguidas en ningún momento. Me he traído un jet-lag monstruoso, tras todo el farragoso proceso aéreo de llegada. A ver cómo reconduzco esta situación; ahora son las tres y pico de la madrugada aquí, y sin el más mínimo sueño he aprovechado para remitiros esta crónica…





Heroicas tentativas de proeza...





Yo no he estado nunca en la India, pero esta capital, Yangon (antiguamente Rangun) tiene toda la pinta de parecerse un montón a las grandes ciudades indias. Millones de personas por el centro y millones de puestos callejeros con todo tipo de mercancías; olores y colores de toda clase, edificios destartalados y alguna rata mordisqueando restos de basura en casi todas las esquinas.
Ya he visitado uno de los grandes focos de orgullo de la capital y el país, la pagoda Shwedagon Paya, el gran icono budista del lugar.












Y hoy mi intención es partir en dirección al norte, hacia el estado Kachin, la región montañosa y de profundos y misteriosos valles ya casi fronteriza con el Tíbet, China y nordeste de India. La idea es patearme aldeas y parajes remotos, conocer un poco la vida de las gentes en tan aisladas áreas, e iniciar después el descenso fluvial por el río Ayeryawadi (no sé si lo habré escrito bien..), haciendo escalas en todos los lugares que 'sea menester'.
Pero vamos a ver; cuando amanezca dentro de unas horas (…y si continúo sin poder pegar ojo) tengo que acudir a una dependencia gubernamental a ver si me conceden –y en su caso, a qué precio- el permiso que los extranjeros debemos obtener para desplazarnos a zonas del país como ésta que os describía. Ojalá no me pongan mucha objección; creo que este país es uno de los más fascinantes del planeta para el visitante; está, además, poquísimo 'contaminado' por el turismo masivo. Tengo buenas expectativas; a ver si las confirmo.
Procuraré dar señales con regularidad, aunque aquí el gobierno militar (ya hablaré de política con más calma en otro momento..) ha controlado en ocasiones el acceso a cuentas como hotmail y yahoo. De momento no he tenido problema, en estos primeros días.
Y sobre toda aquella movida de hace unos meses entre los monjes y el gobierno, hay ya aparente (…aparente) total normalidad. (Charlando un momento anteayer con uno de ellos, un monje, que aquí pululan continuamente por doquier, me preguntó "¿os enterásteis por allá de todo aquel lío, europeo…?").















3. "Los días de Birmania"

16 de Febrero




¡Buenos días, jóvenes castores! (y feliz… pre-campaña electoral, por allí…)


Pues nada, aquí estoy de nuevo para daros un ratejo la brasilla, y de paso tratar de transmitiros algunas sensaciones o reflejo parcial (completo, es imposible) sobre este curioso país llamado Myanmar, antes Birmania.
Sobre todo decir que, ciertamente, deben quedar en el planeta pocos reductos como éste, pocos lugares tan auténticos y fascinantes. Y que en gran medida se debe todo ello al componente humano, a la especial idiosincrasia de estas gentes. Una mezcla de diversas etnias ancestrales más fusionadas entre sí en algunas zonas del país que en otras.
El paisaje tropical, y el omnipresente factor budista que todo lo impregna se encargan del resto.








Aunque la cosa es que el turismo, o "el viajereo" (sobre todo, esto último) están tomando nota de todo ello y van ya haciendo cada vez mayor acto de presencia. Lógico, por otra parte. Aunque, por supuesto y por fortuna, nada que ver todavía con las vecinas India y Tailandia.
En, sobre todo, los lugares más imprescindibles del país (lago Inle, Mandalay y alrededores, y el área de Bagan con sus más de dos mil templos y pagodas de casi diez siglos de antigüedad) se ha hecho ya inevitable el asedio feroz de todos los comerciantes ambulantes que literalmente te ponen en plenos mofletes sus tiras de postales, sus pinturas y sus piezas de artesania local.















Templo en el área de Mandalay


















Amarapura (Mandalay): el puente de teca más
largo del mundo
















La pifia es que se me truncó finalmente la incursión por el remoto norte y sus valles y parajes perdidos. No todas las regiones de este país son de acceso libre para el viajero extranjero. En varias, está directamente prohibido o hace falta un permiso gubernamental que puede tardar dos o tres semanas en tramitarse. Yo no había tenido en cuenta esta última circunstancia.
Y aparte, hay tramos que tampoco se le permiten hacer por carretera al visitante. Se te obliga a tomar un vuelo –más carillo que los nacionales clásicos- que junto a "la mordida" del permiso colocan la 'broma' en una cifra de tres dígitos –en $ USA- que no empieza ni por 1 ni por 2.. Puede que ni siquiera por 3…
Aquí gobierna una junta militar desde hace algunas décadas que, entre otras cosas, ha mantenido bajo arresto domiciliario hasta hace pocos años a la legítima vencedora demócrata de unas elecciones a principios de los 90, Aung San Suu Kyi (y que poco después ganó el Nobel de la Paz). Y las susceptibilidades de este gobierno llevan a cosas como ésas, las de controlar los movimientos de los foráneos por zonas concretas. Y a haber mantenido al país en una situación de aislamiento internacional como en pocos sitios se tiene noticia en tiempos recientes.
Cerca de ese norte fue donde un jovencillo George Orwell, por entonces oficial de policía del imperio colonial británico, se inspiró para parir sus celebrados "Burma's days" ("Los días de Birmania"), bastante antes de que se le rebelara la granja y se acordara por anticipado de 1984, el hombre. Tal obra es hoy todo un icono y objeto de culto por estos pagos.
En fin, el caso es que al menos me pude resarcir en el lago Inle. Ahí, junto a Oliver, un socio alemán que conocí en un autobús, nos hicimos con los servicios de un guía de un pueblo cercano, quien nos condujo con su canoa a motor por los rincones menos accesibles del lago, de unos 25 km de largo y 10 de ancho. Rincones salpicados de poblados que construyen sus palafitos en las orillas, y que son todo un reflejo de cómo es la vida anfibia de estas gentes, de la ancestral etnia "Intha".

























¡Fue magnífico presenciarlo..!







Llegamos a un remoto grupúsculo de viviendas donde nunca habían visto un billete de un dólar (que les dejamos de propina por unas infusiones que nos ofrecieron) y cuyos habitantes se avisaban unos a otros para estirarme con asombro de los pelillos del antebrazo (ellos son casi completamente lampiños). Tambien pudimos asistir a la celebración de la "coronación" de dos jóvenes monjes, todo un curioso ritual por aquí, y donde fuimos los improvisados invitados de gala (je, je..).













Después, el teutón y yo hemos continuado camino junto a otras dos socias francesas, hermanas entre sí (de sangre, no de congregación), con las que hemos hecho buen equipo.

Y ahora andamos por Bagan, tras descender un tramo de doce horas por el río Ayeyarwady (ahora creo que ya me voy haciendo mejor con el nombrecito de este imponente curso fluvial).









Venta ambulante al paso del barco














Este lugar, Bagan, fue el elegido por sucesivos reinos birmanos que entre los siglos XI y XIII levantaron más de cuatro mil templos imponentes, de los que quedan hoy en pie unos dos mil, esparcidos por una llanura inacabable junto al río. Se dice que esto es aún más espectacular que el área camboyana de los templos de Angkor. Ver una puesta de sol desde el quizá más alto y mejor orientado de ellos, el Dhammayangyi Pahto (telita con el nombrecito, ¿eh..?), es toda una experiencia aquí.




















































Pero como ya dije antes, si este país deja huella es sobre todo por sus habitantes. Gentes amables al máximo, que sonríen sin parar y ofrecen su colaboración sin esperar nada a cambio. No parecen haberse impregnado nunca del menor rastro de malicia. Habría que ver cómo sería esto treinta años atrás, cuando sólo el De la Quadra Salcedo y un par más metían las zarpas por aquí…
El único "pero" tiene que ver con uno de sus "deportes nacionales". Uno es el kickboxing, "importado" de Tailandia. Bien. Pero el "otro"… el otro ¡es el escupitajo indiscriminado! ¡La madre que los trujo, cómo escupen estos tíos sin parar...! Y siempre en dos tiempos: generación ruidosa con torsión de gaznate que dura varios segundos, y... ¡ptuaf!, ¡allá va eso..! Y encima, se pasan el día mascando una mezcla de extracto de betel y de nuez de areca, con lo que dos tercios del tejido urbano del país están impenitentemente salpicados de las correspondientes escatológicas "bombas" rojizas…

Menos mal que no paran de sonreir, a cambio, estas gentes…; sonríen aunque se les caiga el armario en la cabeza… Si quiere vd. ver sonrisas coloradas… ¡acuda a Myanmar!
Ah, y otro pequeño 'pero' es su ininteligible inglés… Lo suyo me costó comprender que "fash tá” es 'primera vez' (first time; "Fash ta' n Myanmá?", preguntan con frecuencia). ...O que "U a u frá ?" es nada menos que el 'Where are you from?'..
Bueno, amables lectores, que me váis a mandar un poco al cuerno con tanto rollete.. (…y lo que se queda en el tintero; cosas como recordar mirar debajo de la cama en las pensiones de ciertas zonas por si se hubiera colado alguna cobra, o dentro del calzado por si hubiera buscado acomodo un escorpión, ...y demás pequeñeces por el estilo).
..Ostras, y si Nicaragua era barato.., ¡esto es para revolcarse de la risa..!: comidas por un euro, dormidas por unos tres, y transporte local entre poblaciones casi 'tirao'…
Antes de aterrizar en Filipinas trataré de pasar unos días por Laos; varios viajeros me han sugerido que no debería perdérmelo..
¡Hasta la siguiente!
(Ah.., y por fin me las apañé para 'domesticar' la cosa del sueño como buenamente fui capaz...!)