15.8.08

Así se gestó

Hola a todos.

Me dispongo a haceros partícipes de la que recientemente ha sido una de las principales aventuras de mi vida. No sé si la mayor hasta el momento, pues quienes me conocéis un poquejo sabéis que a lo mejor no es sencillo dilucidar cuál de cuantas he tenido la fortuna de vivir merecería ese ‘título’. Pero, desde luego, quedará en mi recuerdo para siempre como una de las más completas –hasta el momento…-. Lo mismo que todas las anteriores.
Todo empezó una mañana de noviembre de 2.007 en que caminaba por la madrileña calle de Velázquez. Allí se encuentran unas oficinas centrales de reservas y ventas de la compañía Iberia. Entonces me volvió a la mente algo que algunas veces había pensado, pero nunca había terminado de averiguar. Y sin pensarlo dos veces, crucé de acera para entrar en esas oficinas y preguntarlo, imaginando en ese momento que la respuesta sería “no; ya no..”.
Años atrás, charlando de viajes una noche con una amiga, en algún bar de la Cava Baja de La Latina, me refirió ella que existían ciertos billetes aéreos que servían para dar varios saltos por distintos continentes, y tenían una validez de varios meses. Y que, en su conjunto, salían económicamente bastante rentables en relación a pasajes aéreos independientes. Eso era lo que deseaba preguntar en Iberia (porque fue allí cerca donde estaba en esos momentos).
Y la respuesta que me dieron no fue ese “no, ya no…”, sino un “sí, claro; por supuesto…”. A pesar de todo mi currículum viajero, hasta ese día desconocía que las grandes compañías aéreas del mundo se agrupan en alianzas aéreas; varias compañías componen una misma alianza. Y que la alianza a la que pertenece Iberia, llamada One World, disponía de un producto llamado “Vuelta al mundo” que consistía precisamente en eso que mi amiga me narró aquel día. Un multi-billete donde eliges el número de continentes a atravesar durante un máximo de doce meses, y con un límite de vuelos o segmentos por continente.
Salí de las oficinas pensando que de ningún modo sería capaz de ceder a semejante tentación. De hecho, desde finales del último verano tenía enquistada entre ceja y ceja la idea de hacer un largo viaje, incluso de duración indefinida, de cara al 2.008 en puertas.
Pero, por otro lado, había un posible inconveniente preliminar que solventar: hacía escasos días me había sido extirpada una lesión epitelial en la espalda, que podía tratarse incluso de un principio de melanoma. El diagnóstico que arrojó la analítica confirmó en cierto modo la hipótesis, pero no desbarató mis planes: se trataba de algo parecido a un ‘melanoma in situ, no invasivo’. Esto significaba que, por protocolo oncológico y por ‘rizar el rizo’ de la seguridad, se me debía extirpar un pequeño diámetro más de piel alrededor de la lesión original, para evitar toda posibilidad de que alguna célula potencialmente ‘subversiva’ hubiese salido también de ‘aventura’ por los márgenes de aquélla. (No hubiese sido esto extraño, perteneciendo a ‘tal’ propietario, me decíais algunos…).


Cuando me anunciaron la cita para ese segundo trámite, para unas pocas semanas después, ya disponía de perspectiva temporal para pensar en adquirir mi multi-billete aéreo de cara a una fecha concreta. El itinerario a escoger lo tenía casi perfilado desde los primeros momentos; sólo restaba ajustar detalles.
Y llegó el 24 de enero y me marché. Los aparatosos doce puntos de sutura de la segunda intervención me fueron retirados dos días antes, aunque no hubiese pasado nada por partir aún con ellos puestos.











El grueso de la ruta consistía en comenzar por una pequeña parte de Centroamérica, saltar después al Sudeste de Asia, posteriormente a Africa Oriental y, por último, dedicar unas semanas al este de Europa. Un itinerario bastante completo y sugerente, que me ofrecía puntos excitantes como Nicaragua, Myanmar, Filipinas, Mozambique o Bulgaria. Y lo había previsto para unos cinco meses.

Al final fueron cuatro. Fui deprisa al principio. Y es que comencé lastrado anímicamente. Me marché algo ‘tocado’ por una circunstancia afectiva que no quedó suficientemente resuelta, que había tenido flecos algo punzantes las fechas previas a la salida. En fin, las mujeres, y estas cosas… Así, no disfruté plenamente la primera parte del viaje, la correspondiente a Nicaragua y Puerto Rico. Pero cuando ya crucé a Asia, los días mágicos allí comenzaron a ejercer su efecto balsámico, y mi viaje empezó realmente. Ya no quería que se terminara.
Y fue una experiencia extraordinaria, en su conjunto. Diez días malos, esos primeros; tres meses muy buenos y tres últimas semanas interesantes, aunque más complicadillas, éstas, en su conjunto (era ya Europa…, y Europa, sus gentes… no es ya lo mismo que otros rincones, no..).
En este último mes de trayecto, estando en Sofía, me enteré del devastador ciclón que acababa de arrasar una zona de Myanmar, un país fascinante por el que yo había transitado unas semanas en febrero, tres meses antes. Me quedé desolado y perplejo; fueron decenas de miles de víctimas y aquellas gentes maravillosas no se merecían eso.
Y pocas fechas tras mi regreso, los primeros días de junio, recibí un mazazo similar con la noticia de otra catástrofe natural en Filipinas, otro lugar que había supuesto para mí un auténtico hallazgo, en especial, una vez más, por sus habitantes, y donde me había dejado casi cuarenta días inmejorablemente invertidos tras salir de Myanmar.
Ahora deposito en este compendio los relatos (algunos, ligeramente retocados) que fui remitiendo a amigos y familia periódicamente durante los primeros dos meses del viaje. Hasta que un día les dije “..bueno, he pensado que al regreso haré un blog de ésos y allí vertiré los detalles –junto a las imágenes- de todo lo que falta, señores..”.
Pues lo que faltaba y consta aquí es lo que completa esos primeros relatos que muchos ya recibísteis.

A veces refiero prácticamente sólo anécdotas (¡pero qué anécdotas!...): los cruces de fronteras complicadillas; los días por Ucrania; la noche del tren Estambul-Bulgaria… y otras compagino la narración de la aventurilla con referencias históricas y culturales de los lugares “profanados”. Y, por supuesto, las imágenes; están bastantes de las fotos más seleccionadas que puede ‘capturar’ durante el periplo.

Dedico toda esta publicación a todas las personas que me comprenden, apoyan y hasta animan en cuanto a esta manera mía, quizá “algo rebelde”, de interpretar el mundo, o al menos mi ‘accidental’ presencia en él. A todos mis amigos viajeros, por supuesto. Y también, de un modo muy especial, a todos los amigos que he ido recolectando en diferentes latitudes durante este viaje: a Gladys, a Oliver, a Pascale, a Frank, a Martin, a Simona, a Joane, a Thierry, a Emmanuel, a Kathy, a Ellemer, a Raquel, a Zena, a José Andrés, a Alvaro, a Stefan, a Germán, a Ellie, a Antônio, a Monika, a Holger, a Paco, a Massi… así como a tantas y tantas personas anónimas con las que interactué a diario en cada país atravesado: en esos autobuses “de la edad del bronce”, en ‘jeepneys’, en mercados callejeros, en fondas, en cerros, en costas, en bancos de plazas, en sus casas, en albergues, en embarcaciones, en embarcaderos… en todas partes. Gentes que me ayudaron o les ayudé, que me ofrecieron su hospitalidad (…impresionantes, los filipinos), gentes con las que intercambié sonrisas, que fueron pacientes conmigo y yo con ellos; gentes de las que aprendí mucho y a quienes traté de no decepcionar; gentes que me trataron como a uno más allí por donde pasé, a veces fugazmente… Lo que he vivido con todas esas personas quedará para siempre en un lugar indeleble de mis recuerdos. Y sin olvidar mi gratitud para con las madres mozambiqueñas y tanzanas, que no vacilaban en ‘prestarme’ un rato sus bebés con totales alegría y confianza cada vez que se los ‘pedía’ (y es que he descubierto en este viaje que no hay nada más bonito en esta Tierra que un bebé negrito de un par de meses –con el permiso de las crías de los leopardos y de los linces, también, y, cómo no, de los ojos de algunas mujeres que yo sé, faltaba más…).
Pero, claro, no todo fue de ‘color de rosa’. También tuve alguna situación complicada, algunos encuentros más bien desagradables y algún momento en que me tocó ‘cabrearme’ más de lo deseable, por supuesto. Pero todo esto fue en conjunto más que minoritario, comparado con todo lo positivo. Aparte de inevitable, también, si hablamos de un día a día intenso durante dieciocho semanas…
En realidad fue también necesario, pues sin algún que otro sobresalto o contratiempo de vez en cuando seguramente no se valoraría en su justa medida todo lo restante, todo lo que fue tan bueno.
Y bien, comencemos ya. Ahí os ‘suelto’ a continuación todo el compendio de relatos por capítulos. Y como está vertido a posteriori, el orden cronológico es el opuesto al habitual en los blogs: las entradas aparecen de más antigua a más reciente. (Mejor, pienso, en aras de empezar por el principio..).
Espero resulte lo más ameno posible; el que se vaya cansando… ¡que espere un rato, que siga mañana o que pase al siguiente capítulo, a ver ése qué tal..!
¡Nos vemos!


J. L. R.
Gargantilla del Lozoya (Madrid), julio de 2.008


(*) Por si alguno/a me tacha de inconsciente sobre ese tema de salud a que me referí al principio, decir que… ¡tranquilidad!; he acudido ya a La Paz (...el hospital madrileño, no la capital boliviana) a mi primera revisión semestral, y todo está “en orden”: ni rastro de otros posibles melanomas o ‘melanomillas’ por mi envoltorio externo...
..Ojo con el exceso de sol este verano, y si aparece alguna vez una manchilla algo extraña por el epitelio… ¡mejor hacérselo mirar...!

4 comentarios:

Jose dijo...

Cuando empezaste las primeras escapadas africanas como cooperante farmata, una de las cosas más esperadas, obviando tu regreso "de una pieza", eran esos minirelatos a modo de diario que ibas creando a lo largo de tus estancias por Zaire y alrededores. Recuerdo que, cuando volvías a casa, te pedía ansioso que me los dejaras leer para transportarme a esos lugares donde habías permanecido por meses y disfrutar de lo que habías vivido. Doy fe de que lo conseguía. Gracias a esa manera tan particular de contar tus experiencias, a pesar de no haber puesto un pie en Goma, Gisenyi o el lago Kivu, llegaba a saborear un pedazo de tu aventura como si hubiese sido yo mismo el que estuvo allí.
Han sido muchas las veces que te he pedido que pasaras a papel los recuerdos de tus viajes, por lo que recibo este blog como algo muy esperado desde hace tiempo. Aquellos minidiarios pasaron a la historia hace mucho, porque hace mucho que empezaste a profanar mundo, pero ahora toca recuperar el tiempo perdido y una vez más vamos a irnos de viaje contigo.
Gracias por compartir "tu mundo" con los que no tenemos el tiempo o el valor de acompañarte.
Jose.

NeiLDC dijo...

Me alegro que hayas escrito este blog, me encanta leerlo! Saludos. Neil en Oneills! de filipinas!

Tian Navarro dijo...

A fé que la cosa promete tenerme enganchado!!! Trataré de dosificar la lectura para no pillar un empacho de "envidria".
Sebastián, Sebástian, Sebastià o Tian (lo que prefieras)

Lugan Wx. dijo...

Gràcies amic! :)